FÚTBOL

Los contrastes en Mundial de Clubes: de las suites VIP por 35.000 dólares a 'papitas' a un euro

EEUU acoge el torneo internacional en estadios que ofrecen opciones de 'hospitality' muy lucrativas, pero a la salida de los campos los trabajadores ambulantes también se ganan la vida con puestos callejeros

Los alrededores del estadio Bank of América de Charlotte, donde se dan cita vendedores callejeros.

Los alrededores del estadio Bank of América de Charlotte, donde se dan cita vendedores callejeros. / DENÍS IGLESIAS

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Nueva York (Enviado especial)

Cuando se pregunta por qué se celebra el Mundial de Clubes en EEUU, donde el 'soccer' es el cuando deporte más seguido, una de las respuestas tiene que ter con los estadios que funcionan como sedes. Sí, los mismos que muchas veces parecen vacíos, donde la cultura local lleva a que los aficionados lleguen casi a punto de empezar los partidos. Pero instalaciones que, como en el caso del Hard Rock Stadium, permiten montar eventos de lujo con los que compensan ampliamente cualquier asiento vacío. También ayuda la lógica de consumo del público norteamericano, que concibe una jornada deportiva como un día de ocio, con cervezas a 20 euros y un combo de 'nuggets' con patatas a 22.

Entradas 'premium' desde 500 dólares

En un partido de los Miami Dolphins, el equipo de la NFL que ejerce de local en el Hard Rock, el precio de partida de una suite se sitúa entre los 15.000 y los 18.000 dólares, pudiendo alcanzar los 50.000 en algunos casos. En el Mundial de Clubes, durante los ocho encuentros que se han disputado en este complejo deportivo, donde el Real Madrid ha tenido dos enfrentamientos, los palcos, que se componen de 16 asientos. Es una opción que también está disponible para los conciertos, como los que dará Cold Play el 26 y 27 de julio.

La entrada VIP individual parte de los 500 dólares, aunque a un ritmo que hizo inquietar a la FIFA, que, dentro de sus precios dinámicos, tuvo que ajustar precios según demanda para el partido inaugural. A partir de ahí, la venta se aceleró y en la zona VIP del Hard Rock se completó un aforo la capacidad de 3.000 personas, mientras que en las gradas del estadio la afluencia era desigual. El Real Madrid y el local Inter Miami, gracias a Messi, son los que han elevado la tasa de ocupación por encima del 85%.

En la zona 'premium', el aforo está compuesto por un público variopinto en el que hay desde exjugadores, como Mauro Silva o Wesley Sneijder, hasta miembros de federaciones. También existen 'tickets' para los compromisos de patrocinio de la organización y los clubes. Dentro, el cliente -porque el aficionado está en otra categoría- tiene a su disposición todo tipo de bebidas, desde cerveza local hasta champán, carne asada, sushi, ostras... Puede consumir durante todo el encuentro si así lo desea, viendo el encuentro en las pantallas en un estadio con zonas de 'hospitality' que superan los 18.000 metros cuadrados, lo que da buena fe del papel estratégico que juegan.

Cervezas a 20 euros

El fútbol es el deporte que mejor define las diferencias que son inherentes a la vida social y económica. En EEUU se vuelven más extremas. En un principio, el organismo que preside Gianni Infantino se vio obligado a bajar el suelo de las entradas, hasta los 50 dólares. Era prioritario ofrecer una buena imagen en el partido inaugural. A partir de ahí, contaban con que el torneo fuese estimulando una demanda muy dinámica. Si uno tiene los contactos necesarios, puede acceder incluso a invitaciones.

Aspecto de la zona VIP del Hard Rock Stadium.

Aspecto de la zona VIP del Hard Rock Stadium. / DENÍS IGLESIAS

Pero si forma parte de la mayoría de la población, en el encuentro que enfrentó al Real Madrid y a la Juventus tuvo que pagar desde 75 a 2.000 dólares, en el caso de los boletos situados a pie de pista. A esta cuenta hay que añadirle el consumo interno, con cervezas a 20 euros con impuestos, que, de alguna manera, también convierten la experiencia normal en un consumo VIP por los precios. En los alrededores de los campos se desarrolla un mercado paralelo, sobre todo en ciudades como Charlotte o Filadelfia, donde la comunidad latina y afroamericana se busca la vida.

 "¡Agua, agua!", anima a comprar una familia de Nicaragüa después del duelo entre el Pachuca y Real Madrid. Hay un reguero de puestos diseminados por en el entorno del Bank of America, a precios mucho más ajustados que los de las tiendas oficiales del estadio. Se venden botellas de agua y refresco, desde uno a tres dólares, para paliar el extremo calor que ha existido en estas zonas durante el Mundial de Clubes. Igualmente, se comercializan 'papitas' a un euro, así como bolsas de mango, sandía, piñas o uvas, cortadas y servidas con chile o limón.

"Mijo, ¿cómo se compra un boleto?"

Por supuesto, nada de alcohol, cuyo consumo en la vía pública está completamente prohibido. También se venden camisetas, bufandas, banderas y gorras no oficiales de los equipos, así como pegatinas, collares o pulseras. Son puestos simples, desde los que se escucha una tímida pregunta cuando se paga por los artículos: "Mijo, ¿y habiendo asientos vacíos no se puede conseguir alguna entrada?". Lo mismo sucede con el personal de mantenimiento y limpieza de los hoteles, a los que el fútbol -ellos nunca le llamarán 'soccer'- les interesa bastante más que a muchos de los que están dentro.

Pero los precios son para ellos inalcanzables. Incluso para algunos voluntarios de la FIFA que están en los estadios para complementar lo que ganan en otros oficios. En EEUU, un país acostumbrado a la vida a crédito. Un par de trabajadores que salen del Hard Rock Stadium de Miami se montarán después en un Lyft o Uber para trabajar como conductores unas tres o cuatro horas. Hasta que del las 00:00 y empiece de nuevo una jornada de pluriempleo. Las dos caras de la vida que el Mundial de Clubes descubre con la facilidad de unos metros donde lo único en común es un balón en juego.