Opinión
Flick debe mandar en las salidas
La exigencia sobre el alemán en su segundo año solo es lícita si tiene voz y, sobre todo, voto en las decisiones

Hansi Flick abraza a Gavi en el Estadi Olímpic Lluís Companys / JAVI FERRÁNDIZ
Lo del dejen salir antes de entrar suena bien, pero es difícil de ejecutar. Porque es mucho más fácil ir a comprar un coche que venderlo. Llegas al concesionario, miras, observas, eliges, pagas y te lo llevas puesto. Cuando el coche lleva ya unos kilómetros y empieza a hacer el tonto o, simplemente, hay necesidad de dinero, hay que poner anuncios, colgar un cartel en el cristal trasero e ir dando voces para encontrar comprador. Pasa igual con los futbolistas: te gusta Joan Garcia, lo observas, lo estudias y, cuando has tomado la decisión, pagas su cláusula. Cuando ya no suman y tienen contrato, no salen ni con lejía.
El Barça lo sabe mejor que nadie porque nunca ha sido un gran vendedor y, aunque ha mejorado con el tiempo, la ventana de fichajes sigue siendo un mar de tiburones que buscan la mejor pieza al menor precio. Cuánto vale un futbolista, en el fondo, no depende solo de lo bueno que sea, del contrato que tenga o de las muchas ofertas que pueda tener, sino de la necesidad de vender que tenga el club que posee sus derechos. Y el Barça, desde hace demasiado tiempo, tiene la imperiosa obligación de soltar lastre, y los escualos lo saben. Suena bien eso de salir antes de entrar, pero la realidad es tozuda y para Deco es más simple firmar a un portero y a un extremo zurdo (aquí no valoraremos el tema de las inscripcciones) que vender a De Jong, por ejemplo.

Frenkie de Jong en un calentamiento pre-partido / VALENTÍ ENRICH
A la dirección deportiva llega el interés de muchos clubs y las ofertas de muy pocos. Y son a estos pocos los que, más por obligación que por convicción, debe escuchar el Barça. De ahí que aparezcan nombres que nadie querría escuchar susceptibles de ser traspasados. La economía manda y para vestir a un santo hay que desvestir a otro. A partir de ahí, quien debe poner las líneas rojas, que es lo que está haciendo, es Hansi Flick, a quien todos señalarán si el segundo año no va como el primero por aquello de que el fútbol no tiene la misma memoria que la Dory.
Como publicábamos hace pocos días, el técnico ha bloqueado las salidas de Fermín López y de Èric Garcia, dos futbolistas a los que quiere seguir tutelando. También Frenkie está en esa lista, como Cubarsí, Gavi o Pedri. En cambio, Ter Stegen ya no está entre los intransferibles, sino en un grupo de futbolistas a los que, sin necesidad de colgarles el cartel de “en venta”, si llegan ofertas las van a escuchar, valorar y, como no encontrarán nada mejor, mostrar la puerta de salida.
Ahí es donde Flick debe poner líneas rojas para mantener el nivel sin alguno de los futbolistas que le han ayudado a subirlo de forma exponencial. Deben ser operaciones quirúrjicas lo menos invasivas posibles, pero que, de alguna manera, podrían llegar a dejar cicatrices. Falta ver si las marcas son profundas, pero equivocarse con según qué jugador sería la peor forma de abrir una herida peligrosa. La economía no debería justificarlo todo en el Barça.
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