Opinión | MUNDIAL DE CLUBES

Miami (Enviado especial)

El Real Madrid siente la presión

Xabi Alonso ha conseguido que sus jugadores entiendan que el esfuerzo no se negocia y que el Mundial de Clubes es una obligación histórica

Xabi Alonso, entrenador del Real Madrid, habla con sus jugadores durante el partido ante el Juventus en el Mundial de Clubes en el Hard Rock Stadium en Miami.

Xabi Alonso, entrenador del Real Madrid, habla con sus jugadores durante el partido ante el Juventus en el Mundial de Clubes en el Hard Rock Stadium en Miami. / CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICH / EFE

Ha bastado menos de un mes de trabajo a las órdenes de Xabi Alonso para saber que los jugadores del Madrid vivían muy bien bajo las órdenes de Ancelotti. Lo de "muy bien" es un decir, porque un futbolista profesional nunca debería asociar este concepto al pasotismo. Pero la realidad es que el conjunto blanco había sido todo lo contrario a la demostración de compromiso colectivo que está exhibiendo en el Mundial de Clubes. A estas alturas, los blancos y el PSG son los favoritos al título, siempre que el Bayern sucumba ante el campeón de Europa.

En esa semifinal se decidirá el torneo y la final quedará como un 'show' de luces para entregar el astrolabio al que mejor haya atendido a las semifinales. El cambio de actitud del Real Madrid en una competición corta que a Ancelotti le repelía, por la carga de minutos, ha partido directamente de Florentino Pérez. El presidente lo fijó como una prioridad histórica. Dentro de la pulsión escópica de la entidad, ser el primero en todo es un deber moral. “Se van a dejar el alma para conseguir”, advertía el presidente en la entrega de insignias de final de temporada.

La consigna era muy clara: que los jugadores volvieran a sentir la presión de jugarse el puesto. Algo que ha conseguido a la perfección un Xabi Alonso que no se casa con nadie. Porque son los matrimonios de conveniencia los que llevaron a un 'galacticidio' que obligó a un golpe de timón en un verano que puede remendar la temporada. El Mundial de Clubes será lo que cada equipo decida. Los que se han visto atropellados por el ímpetu extracomunitario pondrán como excusa el calor, la carga de trabajo y hasta las tormentas.

Lo único cierto a estas alturas es que esta competición era venenosa. Por eso era impensable que Xabi Alonso fuese a empezar su etapa en el Real Madrid borrándose de asumir la responsabilidad de revitalizar a un equipo muerto. La interinidad que se planteó con Solari hubiera sido molesta para todos. El vasco tomó la decisión correcta. Se puso encima los bártulos de la dirección sin jugadores y con el firme propósito de enmendar la plana. Aunque en lo políticamente correcto valora a Ancelotti, rápidamente ha entendido que el problema no era de los futbolistas, sino de quién los dirigía.

Se había establecido un ciclo agotado de autocomplacencia donde las voluntades individuales no valían en absoluto. Xabi Alonso ha aplicado la doctrina socialista. Todos iguales, de partida. A cada cual, según sus posibilidades, que pasan por entender rápidamente que, por ejemplo, la presión es un argumento ineludible. Que estar mirando al de al lado para correr un poco más es indecoroso. El mejor modo de sentir la presión es practicándola, llevando el reto diario de asimilar conceptos tácticos a riesgo de que los que se quedan en el fondo de la lista terminan descendiendo. Xabi Alonso no quiere estar detrás de cada jugador, busca que, como dijo de Valverde, le "hagan la vida fácil".

Florentino utilizó la forma más básica de estímulo, como fue una prima de 1 millón de euros por ganar el torneo. No era esa la cuestión. La máxima era hacer entender a la plantilla que un dorsal y un nombre en la camiseta no significan nada si no están empapados. Aunque haya repetido alineación en dos partidos seguidos, nadie tiene el puesto asegurado con Xabi Alonso, quien está construyendo un proyecto por encima del Real Madrid y su acopio de títulos. Un conjunto independiente del escudo y el ganar por ganar, donde la filosofía y la responsabilidad con el compañero están fuera de cualquier debate. Ahora, la presión estará en, valga la insistencia, mantener la propia presión para que el club deje de ser un supermercado de estrellas y empiece a ser algo tan sencillo y poderoso como es ser un equipo.